"HAGAN DEL MUNDO UN PUEBLO DE SANTOS"

BEATO GUILLERMO JOSÉ CHAMINADE

"EL AMOR LO HACE TODO FÁCIL"

BEATA ADELA DE BATZ DE TRENQUELLÉON

"SOMOS MISIONEROS DE MARÍA"

BEATBEATO GUILLERMO JOSÉ CHAMINADE

"AMAR A DIOS Y HACERLO AMAR"

BEATA ADELA DE BATZ DE TRENQUELLÉON

Familia Marianista

Fundada por el Beato Guillermo José Chaminade y la Beata Adela Batz de Trenquelleón en el contexto de una Francia convulsionada. En medio de la Revolución Francesa Guillerno José Chaminade, basado en su fe y teniendo como fortaleza el amor a María, la oración y la confianza puesta en Dios supo estar atento a los signos de los tiempos y descubrir así su misión.
Nuestro fundador recibió el don del “Carisma Marianista” como un regalo de Dios para su Iglesia en tiempos de crisis. Chaminade, guiado por el Espíritu Santo supo discernir e identificar signos evangélicos y los plasmó en una visión nueva de Iglesia que siga siendo fiel al evangelio pero encarnada en los nuevos tiempos.

Ramas de la Familia Marianista

Un profeta en tiempos de cambio (1761-1850)

Cuando un cristiano no se desconcierta o encierra en medio de la crisis, sino que trata de ser fiel en ella a su fe, y a la vez salir renovado, como entreviendo una nueva etapa, abriéndose al futuro, es que entiende la fe como una vocación de progreso. Cuando esa crisis se llama Revolución francesa, y ese cristiano es un sacerdote de Burdeos, llamado Guillermo José Chaminade, tenemos ante nosotros una creación eclesial original y compleja: la “Familia Marianista”, basada en uno de los primeros movimientos modernos de apostolado seglar  (La Congregación de la Inmaculada. 1800), y en dos congregaciones religiosas: las “Hijas de María Inmaculada” (1816), y la “Compañía de María” (1817).

La familia marianista hoy

Guillermo José Chaminade y Adela de Trenquelléon, fundadores de la Familia marianista, dejaron tras de sí una estela profunda en la comunidad eclesial. El río de vida que ellos recorrieron llegó al mar, pero desde ahí se expandió su carisma por el mundo. Su espíritu continua vivo en muchos hombres y mujeres, que en más de treinta países del mundo forman parte de los dos Institutos religiosos, la Compañía de María y las hijas de María, y de las Comunidades Laicas Marianistas, movimiento seglar heredero de la Congregación de la Inmaculada. Queriendo tener a Cristo como centro de la vida, quieren vivir de la fe, formados por María, y comprometidos en una comunidad de misión. Ese es el carisma marianista, don de Dios a la Iglesia, y testimonio de que hoy como ayer también es posible vivir en toda su profundidad y alegría el Evangelio de Jesús

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